La Ronda es una de las calles más tradicionales que se encuentran en Quito, no solo por ser una de las más antiguas, o por haber sido cuna de pintores, escritores y poetas de los años 30s; fue en las casas de esta estrecha calle en donde se escribieron canciones y pasillos y mismas que albergado a políticos, románticos y bohemios. Entre los personajes que habitaron en La Ronda en el transcurso del siglo XX se encontraron Faustino Rayo o Carlos Guerra o al Taita Pendejadas.
No, La Ronda también es una calle que nos lleva a nuestro pasado indígena, y en esas ancestrales épocas no se llamaba La Ronda, como le nombraron los españoles o como la conocemos en la actualidad, si no que se supone que su nombre original fue la de “El Chaquiñán”, término que ahora se lo traduce como camino o sendero. Se presume que esta pequeña calle ya se encontró establecida y trazada hacia 1480, cuando los Incas llegaron por primera vez a Quito.
“Nuestra simpática, estrecha y tortuosa calle de la Ronda, aparentemente españolísima por su nombre y por estilo característico de sus viejas casas es de puro origen indio. Es nada menos que un claro vestigio, como lo es la callejuela Luís Felipe Borja, del primitivo y natural diseño aborigen de la ciudad original del Quitu”.
El FONSAL así como otras entidades nacionales e internacionales; como el Municipio de Quito o la Fundación Hallo son parte de la rehabilitación de los bienes e inmuebles del centro histórico y en este caso de la Ronda, pero ¿por qué dar importancia a la regeneración de estos sectores?. Elizabeth Jelin señala en su texto Los Trabajos de la Memoria: “…existe un cierto culto por el pasado, que se expresa en el consumo y mercantilización de diversas modas “retro”, en el boom de los anticuarios y de la novela histórica”.
Y es precisamente este boom de lo antiguo, de traer viejos barrios o memorias ya olvidadas al presente que hace que los turistas vayan cada vez con mayor frecuencia a la Ronda a ver, deleitarse o disfrutar de antiguas traiciones. “Me gusta venir a la Ronda por sus pequeñas calles y por que la vida de barrio todavía se siente, la gente se conoce y saluda, además la arquitectura de las casas me parece fascinante”.
Centros Históricos, problematización y recuperación
Pero antes de hablar directamente de la Ronda y la rehabilitación que se ha gestado en esta estrecha calle de la capital, voy a hablar sobre los Centros Históricos, “Suelen llamarse centros históricos a los distritos urbanos que poseen testimonios arquitectónicos del pasado. La gran mayoría corresponde a los distritos centrales de las ciudades fundadas durante la Colonia”.
Estos centros históricos son la manifestación de los estilos y formas de fines del sigo XVII y las últimas décadas del XIX y aún subsisten varias muestras de los edificaciones civiles y religiosas de estos siglos.
Respecto al centro histórico de Quito, fue una de las primeras ciudades en ser declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, el 8 de septiembre de 1978. En la actualidad la zona centro de la capital tiene un total aproximado de 308 manzanas de edificación y su patrimonio constituyen 123 edificaciones monumentales, religiosas, civiles y 5000 inmuebles registrados en el inventario de áreas históricas.
“La ciudad de Quito fue fundada por los conquistadores españoles en 1534. La investigación histórica permite establecer que la ciudad, durante las primeras décadas de colonización, tuvo un ordenamiento que respetaba el patrón aborigen de asentamiento, pero a comienzos del siglo XVII se inicia en la ciudad hispana un proceso de centralización que consolida el dominio de los poderes eclesiástico y civil, articulando la vida alrededor de ciertos hitos religiosos y civiles”.
En esta cita se puede entender como la ciudad de Quito nació bajo las lógicas y estructuras urbanísticas españolas y sus poderes se fueron desarrollando alrededor del centro o como se lo conocía en quechua “Yavirac”, lugar de observación, motivo por el cual las edificaciones más antiguas se encuentran ubicadas en el casco colonial.
Pero los procesos de transformación de la ciudad se los relaciona a las décadas de 1860 y 1870 cuando aparecen nuevas infraestructuras arquitectónicas que se adecuan a las nuevas necesidades de los habitantes del Quito del siglo XIX.
Y los procesos de modernización de las ciudades y de deterioro de los inmuebles y monumentos continúan hasta el siglo XX, que es realmente el punto central de esta investigación, y así poder observar cuales han sido los procesos de cambio y como en la actualidad los procesos de rehabilitación urbanística han logrado mejorar las condiciones de vida de ciertos habitantes de la zona centro así como también de los bienes que en este lugar existen.
Para tener una idea de cual ha sido hasta el momento de proceso por el que han pasado los bienes culturales del centro histórico las fechas de mayor trascendencia son:
1981 después de la declaratoria de Quito Patrimonio de la Humanidad, las autoridades locales iniciaron un proceso, que continúa hasta la actualidad, para preservar el casco colonial. Se determinó que el centro es un área de preservación histórica y se realizó un preinventario de los bienes que lo constituyen.
1984 el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural delega al municipio la custodia de esta área.
1987 por causa del terremoto se pone en evidencia la vulnerabilidad de las estructuras y los cimientos de las edificaciones del centro.
Momento en el que las autoridades ven la necesidad de crear una Ley para el cuidado del patrimonio cultural, y así empezar el proceso de rehabilitación de varios sectores y de los inmuebles que se encontraban en deterioro.
El legado cultural y arquitectónico que deja el centro a sus visitantes y habitantes es inmenso, las memorias que guarda el casco colonial han recibido atención no sólo por los motivos expuestos en párrafos anteriores sino también por un sentido mnemónico.
“El centro histórico de Quito concentra actualmente una serie de funciones urbanas por las cuales conserva la centralidad simbólica, administrativa, educacional y del comercio popular, y resume la diversidad de la sociedad ecuatoriana”.
“Para los jóvenes representa un barrio fuera de moda con ninguna actividad atractiva. Para los inversores es un área en decadencia, potencialmente un barrio de conventillos…, se asocia con malvivientes y otros grupos sociales que viven casi al margen de la sociedad…”
¿Entonces por qué seguir manteniendo la memoria que evoca este sector de la ciudad? si la solución mas fácil sería remodelar por completo las casas y bienes religiosos y civiles y modernizarlos para que de esta manera sean más útiles para las tendencias de modernización y urbanísticas actuales. La respuesta la plantea Fernando Carrión: “En el marco teórico predominante, el concepto de centro histórico aparece definido bajo la noción de herencia o legado, pero bajo la forma de patrimonio, sea cultural o natural. Lo patrimonial aparece con un contenido y carácter marcadamente físico, con lo cual se convierte en una cosa material ausente de lo social”.
Además la conservación en la memoria de lo que representa el centro histórico es una de las claves para la rehabilitación de estos sectores, “…lo que más preocupa es no recordar, no retener en la memoria…”.
La Ronda, su historia y recuperación
Como se mencionó anteriormente esta estrecha calle del centro de la ciudad se remonta a tiempos de los indígenas que la poblaron y decidieron establecerse allí ya que pasaba un arroyo llamado por los indios Ullaguangayacu, que quiere decir, río de gallinazos, mismo que desciende desde la Chorrera del Pichincha.
“Pero si tal quebrada era cosa inundable en tiempos de los españoles, en la época del Quito indio debió ser la mejor arteria de aguas purísimas y alegres para los usos domésticos de la ciudad aborigen… El nombre mismo quichua de Ullanguanga-yacu, parece que le dieron los indios después de aparecidos aquí los españoles, porque el anterior era Jatuna, corrupción de Cantuña, palabra aymará que significa hilaza retorcida, chorrera”.
Esta chorrera, como la conocían los indios servía para que las familias que habitaban en el sector tengan agua para lavar sus ropas, desaguar sus chochos y como baños públicos y según Fernando Jurado fueron las mujeres las constructoras de esta calle. Los límites de la calle en aquel Quito indio fueron hasta el oeste por lo menos tres cuadras más, actual el convento de Santa Clara.
El segundo momento de la Ronda fue la época española, se supone que estos le dan ese nombre a la calle en homenaje a las rondas nocturnas tradicionales del sistema español. “Hacia 1580 el nombre La Ronda aparece en la fundación de Mayorazgo que hace el cura gallego Jácome Freile de Andrade en 1592 y ante el escribano Alonso Dorado de Vergara, dice que lo funda en sus casas…”
Pero La Ronda no solo son sus majestuosas casas de varios siglos atrás, esta pequeña calle de Quito y la más antigua de la ciudad contiene un patrimonio intangible e invaluable que son sus personajes emblemáticos. A finales del siglo XIX, La Ronda acogía en las tabernas de chicha que se establecieron en la calle a los viajeros y transportistas de productos agrícolas que venían del sur. En la esquina con el Mesón, en la casa de Cadena Meneses, estaba la chichería de Rosario Navarro y frente a ésta estaba la de la indígena Petrona Chasipanta.
La generación de los poetas y bohemios de los años 30 y 40 visitaban “El Murcielagario”, la trastienda de la última casa de la segunda cuadra en la Morales y Venezuela. Tras la fachada de una tienda de mala muerte se escondía un burdel clandestino subsidiado por el Comandante Antonio Alomia.
El poeta ambateño Pablo Valarezo Moncayo vivió en la casa de la Negra Mala, consagrada a la tertulia literaria y bohemia de poetas y músicos como Jorge Carrera Andrade, Augusto Arias, Carlos Guerra, entre otros. En ella Sergio Mejía compuso el bellísimo pasillo Negra Mala dedicado a la dueña de la casa, doña Rosario Peñaherrera, y luego compuso el pasillo Rubia Buena.
Y estos son solo algunos de los nombres de personajes de la quiteñidad que vivieron en La Ronda, se divirtieron y compusieron sus obras en esta calle, en aquel tiempo llena de vida y movimiento.
En la actualidad la Ronda se ve nuevamente consagrada como un lugar de esparcimiento en donde los niños y adultos pueden reunirse a jugar a la rayuela, canicas, el elásticos, los cocos, el zumbambico, entre otros, obviamente estas actividades no se las realizan a diario, pero sí cuando las opciones recreativas que la municipalidad ofrece son estas.
Con todo este proceso lo que se desea es que la Ronda sea un puente de encuentro cultural y que a su vez, al albergar a una variedad de artistas se ponga en evidencia la tendencias culturales de estos, y reactivar la economía de las familias del sector.
A simples rasgos estas son las memorias de la rehabilitación que se han producido en La Ronda, aquella calle hecha por indios y luego apropiada por los españoles, para a mediados del siglo XX conformarse en la cuna de pintores, compositores y artistas quiteños. La importancia de mantenerla se centra en su historia y en las memorias que esta calle evoca a sus visitantes, ya que en sus paredes se yerguen los recuerdos de sus grandes épocas, pero también se la debe conservar por sus habitantes, por esos hojalateros, artesanos, panaderos, que viven en la calle La Ronda y que aún mantienen la esperanza de verla florecer como ha pasado en estos últimos años.
Pero la pregunta de ¿por qué recordar? ¿por qué mantener la memoria de esta calle viva? sigue latente y tal vez la respuesta más sencilla sería por el hecho de que una calle como esta, con toda la historia que tiene, es difícil de ser olvidada. Pero recordemos que ya estuvo en el olvido de las autoridades y de la ciudadanía que no habita en el sector y las consecuencias fueron que La Ronda fue tomada por grupos marginales, dando inseguridad no solo a sus visitantes si no principalmente a sus moradores. Entonces la pregunta sigue allí, según Ricoeur “…lo que honramos del pasado no es el hecho de que alguna vez existió. Entonces, el mensaje de la historia a la memoria, del historiador al hombre de memoria, es el de agregar al trabajo de memoria no solamente el duelo por lo que no es, sino la deuda respecto a aquello que fue”.
La Ronda es un sector emblemático en el que se albergan un sin número de tradiciones, de varias épocas, y principalmente es un lugar en el que se mantiene una amplia memoria de nuestra historia, desde el legado de los indios, pasando por la colonia y finalmente en los poetas que habitaron allí y los artesanos de hoy. Por todo esto es válido mantener viva la memoria de La Ronda, con sus tradiciones y artistas.
[…] la puesta en escena genial, fueron 40 minutos muy disfrutados. Luego nos fuimos hasta la Calle la Ronda, una pequeña calle del centro, muy tradicional, pero la cantidad de personas que habían no […]
muy bien, soy un Utrillo quiteño y quisiera ir a pintar la calle La Ronda, pronto lo haré… Giovanni Rueda
hola, para usar este escrito como diferencia, como debo citar??
hola, para usar este escrito como referencia, como debo citar??
Hugo
gracias la información para mi estudio valiosa y jamás dejemos perder nuestra historia de quito